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sábado, 20 de septiembre de 2014

¡ESPAÑA VIVE! …teñida de rojo Publicado el 18 de septiembre de 2014 por jcpoo



Entre la Vergüenza y la Desvergüenza

Carta de Juan Carlos Poó Arenas dirigida a los españoles:

Septiembre 2014

Españoles y Españolas:

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     Muchas personas piensan que es imposible imaginarse a España sin los Toros.
     Y es que, en realidad es impensable admitir -sin importar que se trate de arte, tradición y hasta  turismo y economía-, que España se pueda deslindar de la imagen y papel fundamental que los Toros han desempeñado como el factor cultural más notable en ella y que ha marcado y dejado huella no solo en la historia de ese país y su gente a lo largo de los siglos, sino también en lavergüenza actual de sus habitantes más conscientes y evolucionados y en la opinión mundial inteligente.
Así pues, para extranjeros y nacionales,  tal parece que en España hoy no existe lugar ni refugio alguno libre de rencor y sangre.
No deseo que se malinterpreten mis palabras y tampoco deseo que se confunda el término “cultural” como algo aceptable. Sin embargo, aunque muchos antitaurinos consideran que los toros no forman parte del acerbo cultural de esa nación, en mi opinión se equivocan, pues no hay nada que denote más la cultura de un pueblo que su trato hacia los animales, hacia los niños, las mujeres, los ancianos y los recursos naturales;  y en ese caso España, ha ganado meritoriamente el reconocimiento mundial como una de las vergüenzas más grande que pueda sentir el ser humano por su propia especie, por motivos tan contundentes como estos:
Ahí, en España,  la crueldad y abuso tumultuario hacia el más desprotegido es inaudita.
Ahí, en España, la tortura hacia los animales para  deleite de embrutecidas e indiferentes masas de gentuza subdesarrollada es inmisericorde.
Ahí, en España, la cantidad de ignorantes que atesoran la estupidez y la indiferencia es apabullante.
Ahí, en España, la excesiva religiosidad repleta de carencia moral y desconocimiento absoluto de  toda ética ha convertido a sus habitantes en miserables voraces enajenados que machacan todo lo que está a su paso en nombre de sus tradiciones y de su imbecilidad.
Ahí, en España, los políticos corruptos, sin escrúpulos y populistas avalan sin discreción y con oportunismo las sangrientas, tortuosas y violentas verbenas populares que cínicamente categorizan como de “interés turístico”, ofendiendo sin diplomacia la opinión de aquellos que no comparten su sadismo nacionalista.
Ahí, en España, se da esa conveniente ceguera y complicidad de una monarquía obsoleta, parasitaria y decadente, desorbitada, repleta de excesos y carente de escrúpulos y moralidad que promueve desde hace siglos el maltrato y sometimiento de los animales al servicio de las perversiones de la “corona y la realeza”.
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     Pero, ¿dije “acerbo” cultural?  Deben tener cuidado de no confundirlo con “acervo”; dos palabras que suenan igual pero significan cosas distintas, como su ortografía indica. Tan divorciadas una de otra como lo están sus familias monárquicas disfuncionales.
“Acerbo” es algo cruel, algo duro. Y “Acervo” es un conjunto de bienes o valores morales que pertenecen a un grupo, región o país. Pero pregunto: ¿Qué bien o valía moral puede existir en aquel que tortura física y sicológicamente hasta la muerte a un siempre inocente animal, escudándose en ese falso argumento tan jodidamente prostituido como arcaico, cercano a la nada, que emplean los imbéciles sin argumentos, llamado Tradición?
Es por ello que la España que hoy conozco da vergüenza.
Su gobierno da vergüenza. Su realeza y su  monarquía dan vergüenza. Su inmovilidad como país da vergüenza.
Su decadencia da vergüenza. Sus viciosos dan vergüenza. Su incivilidad da vergüenza. Sus verdugos dan vergüenza.
Sus tradiciones dan vergüenza. Sus más de 13 mil fiestas taurinas sangrientas anuales dan vergüenza. Las más de 70 mil muertes de toros que en ellas sucumben anualmente  y las de otros cientos miles de animales de otras especies en diferentes verbenas populares dan vergüenza.
La indolencia de su gente ante la crueldad, la opresión y la opulencia, dan vergüenza.
Las enormes lanzas de lanceros sin bolas ni verga dan vergüenza.
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Sus empresarios taurinos dan vergüenza. Sus alcaldes y gobiernos dan vergüenza. Su televisión promotora de mentiras da vergüenza. Sus políticos taurinos dan vergüenza. Sus intelectuales taurinos dan vergüenza.  Sus artistas taurinos -pintores, músicos, cantantes, bailarines, literatos y escultores-, dan vergüenza. Hasta sus niños taurinos carentes de empatía y  respeto por la vida dan vergüenza.
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La opulencia de sus ricos da vergüenza. Sus revistas y chismes de elite dan vergüenza. Su morbosa celebración a la tortura da vergüenza. Las fotografías de su jactancioso exmonarca  junto al inerte elefante que él mismo asesinó, dan vergüenza. Sus disculpas obligadas hacia el pueblo y notoriamente carentes de arrepentimiento, dan vergüenza.
Sus multitudes sanguinarias dan vergüenza. La ignorancia de su pueblo da vergüenza. Su alabanza al sufrimiento da vergüenza. Su sinrazón da vergüenza. Su admiración hacia los estúpidos da vergüenza. Sus leyes dan vergüenza.
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La educación que imparten a sus hijos da vergüenza. Su impecable ignorancia mitificante da vergüenza. La complicidad indolente de su pueblo da vergüenza.  Su religión sin moral da vergüenza. Sus “líderes espirituales” dan vergüenza. Su confusión entre ética  blanca y estética roja da vergüenza. Sus “héroes condecorados” dan vergüenza. Su nuevo rey y su insignificante reina dan vergüenza.
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Sus parásitos con  títulos nobiliarios dan vergüenza. Su desempleo da vergüenza. Su economía da vergüenza. Su financiamiento a las fiestas sanguinarias con recursos públicos de los contribuyentes da vergüenza.
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Su mundialmente promovida fiesta nacional de los toros da vergüenza. Su arrogante estupidez da vergüenza. Su estancamiento en el viejo mundo da vergüenza.
Sus Ciudades, Provincias, Comunidades, Municipios y Poblados como Pamplona, Aragón, Castellón, Navarra, Granada, La Rioja, Andalucía, Jaén, Valencia, Castilla, León, Valladolid, Tordesillas, Cáceres, Zamora, Soria, Toledo, ellas y otras, dan vergüenza. Sus escudos y banderas dan vergüenza.
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Muchas  fiestas hay en la España de mil colores. Sus aplausos retumban en el mundo; pero los aplausos de España, dan vergüenza.
España vive celebrando llena de alegría. Y hasta la alegría de España, da vergüenza.
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No cabe duda: hay españoles desvergonzados, que han hecho de su patria un pantano de excremento. Que han defendido el derrame de sangre y la tortura refugiando sus miserables ideas existencialistas en falsedades  frívolas y sanguinarias realidades.
Falacias  disfrazadas de cultura, arte y tradición. Con portadores enmascarados que ocultan su estupidez y cobardía tras una mímica careta de valientes.
Son ellos, ¡esa mierda de españoles!,  los que han ensuciado las calles, los campos, los pueblos y la nación… ¡y hasta una bandera que hoy no significa nada más que un trapo sucio, viejo y percudido por la sangre derramada durante tanto, tanto tiempo!  Sangre que da vergüenza.
Ellos, los que históricamente no representan evolución alguna. Ellos, los que morirán  con el mismo vacío con el que llegaron y con el que vivieron. Los que jamás merecerán ser recordados. Los que serán consumidos por sus propios males y demonios. Ellos, de los que no quiero saber jamás, a no ser de enfrentarme cara a cara para restregarles su insignificancia y escupir su rostro. Aquellos a los que con un solo dedo podría arrebatar sus lanzas, derribar sus espadas y sofocar sus efímeros fuegos.
Esos, que si acaso fuesen hombres, si acaso fuesen mujeres, de uno a una los enfrentaría como un toro.  Pero no son más que rastros de desprecio y miseria, que no se enfrentan solos, porque no tienen existencia.
Esos, esas, esa mierda de españolas y españoles de mierda, que para hacer canalladas, como decimos en mi país, “no son machos, pero sí son muchos”.
Ellos y ellas, los que son la desvergüenza de ESPAÑA.
Pero hay otros españoles y españolas, honestos y conscientes, respetuosos y progresistas; inteligentes, libres en pensamiento, palabra y acción; muchos considerados anarquistas; autoexiliados “culturales”.
Aquellos cuya única bandera es la integridad, no la conveniencia. Esos convencidos de que para lograr el cambio deben hablar, deben gritar, deben no callar ante la tiranía, ignominia y la indiferencia.
Los que deben hacer, los que aprenden a actuar y los que saben defender, enfrentando  sistema, tradición, ignorancia, estupidez. De cara  al desinterés y a la enajenación popular en pos del progreso y de aquello que consideran justo, decente, honesto y moral.
Son esos que luchan por abolir la crueldad; luchando contra masas estúpidas y embrutecidas por la manipulación de esos poderes que defienden las tradiciones cruentas a costa de la vergüenza de España.
Son ellos, los que por ESPAÑA, sin deberla ni temerla, sienten vergüenza, y la convierten  en la fuerza más poderosa del hombre y la mujer españoles que gritan ¡YA BASTA!…¡Estamos hasta la madre de porquerías!
Son ellos los dignos de una patria mejor; los que ya están hartos de tanta basura y  desvergüenza. Son ellos a los que imploro estrechar un día la mano, algunos hoy amigos, otros desconocidos; ellos, los españoles y españolas que erradicarán de esa patria la mierda que tanto daño le hace. Esos, a los que me atrevo a llamar hermanos.
Para ellos y ellas, españoles de gran valía, escribo esto. Para los que se respetan a sí mismos y los que respetan a los demás sin justificar jamás crueldad alguna. Para los que no toleran el sufrimiento de un animal, de un niño, de una mujer, de un anciano, de un hombre; y luchan por erradicarlo a costa de su propio dolor, angustia y desesperación.
Para ellos y ellas, los españoles que lloran, que escriben y mueven.  Los que son tumbados, aprisionados, lapidados y golpeados, pero jamás sometidos en su espíritu de cambio y libertad. Que fracasan en batallas y se levantan en guerras con más fuerza. Para los que defender a otros es defenderse a sí mismos. Para los que aman. Para los que viven y respetan la vida. Para los protagonistas de ese cambio que urge a ESPAÑA  y a sus inocentes. Para los que ya viene la hora.
Ellos, son la promesa y la única esperanza de una España que vive hoy, teñida de rojo,Entre la Vergüenza y la Desvergüenza.

Juan Carlos Poó Arenas.

Nieto de españoles. Hijo de mexicanos. Mexicano de nacimiento. Español por Naturalización.

Avergonzado de ambas naciones por su maltrato a los animales…

Uno mi voz a la opinión mundial en repudio a la cobarde crueldad efectuada anualmente en Tordesillas, Valladolid, España.

EN MEMORIA de cada Toro de la Vega y de cada animal asesinado en las fiestas y espectáculos sangrientos de España.

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