Hace pocas semanas atrás, alguien me dijo, de una
manera lacónica y dogmática:
REAL=REAL.
Y me quedé pensando que nada es absoluto en la realidad que vive el
ser humano en el transcurso de su vida. Que la realidad de cada uno de nosotros
depende de varios factores, circunstancias, historial e incluso, sentimientos.
Si de repente lo “REAL” de una persona, dejara de ser
una “realidad” asumida y aceptada y se transformara en una “realidad anquilosada”
y, por ende, dejara de ser, una
prioridad para su vida, cambiaría de opinión casi inmediatamente
(siempre y cuando esté en condiciones de hacer un auto análisis profundo de lo que sucede en su interior)
Logrado eso, cambiaría de actitud frente a la realidad de antes y a la que
realmente se manifiesta como la realidad con impulsos nuevos y deseosa de ser vivida.
Siendo todo relativo, esto incluye varios peligros a considerar:
* para nuestras
decisiones
* para los seres que nos rodean
* para nuestros modos de vida
ya que
se podría perder la noción inamovible de “REAL=REAL” para transformarla en otra
Realidad=Realidad que afectaría a seres cercanos y entrañables; y, de alguna
manera, dependiendo siempre de una gran lucha interna, pues rechazaríamos aceptarla como nuestra “realidad nueva”, aun deseándola profundamente.
¿entonces…? ¿qué se pretende de nosotros? ¿Qué
enterremos la cabeza como los avestruces, dejando, así, pasar la vida y sus peligros constantes, solo por estar aferrados a una realidad que "fue" y ya "no es", aunque quisiéramos que "siguiera siendo"?
La vida es un dilema constante y maravilloso.
Nada permanece de la misma manera.
Siendo pura energía:... "nada se crea, nada se pierde... todo se transforma"
y debemos aceptarla tal cual es.
(Mabel B. Granata)