Hoy es un escenario bucólico de película: aguas turquesas en días claros donde darse un baño (la “Costa Esmeralda”), una larguísima y verde línea acantilada y la atracción melancólica de la historia.
El Faro del Caballo se construyó en 1863. El acceso, los escalones escarpados, los colocaron los presos del Cuartel del Presidio de Santoña, abierto entre 1824 y 1924.
En 2013 otros reclusos, del Centro Penitenciario El Dueso, desmadejaron el entorno y acondicionaron los escalones. Formaban parte del proyecto Nácar (Naturaleza y Cárcel).
La ruta hasta el Faro del Caballo comienza en el paseo marítimo de Santoña. Desde allí hay unos 5 km (10 km ida y vuelta). Aunque la ruta está señalizada desde el final del paseo marítimo, conviene recordar los edificios de El Fuerte de San Martín, cruce de Cuatro Caminos y Casa de la Leña como referencias.
Precauciones: durante el recorrido, aunque corto, se bordea el acantilado y se atraviesan bosques de laureles y espinos (pantalón largo). Los escalones son irregulares, cuidado, y empinados. Durante el descenso y ascenso podéis utilizar el cable lateral para aseguraros un buen chapuzón.
Hoy es un escenario bucólico de película: aguas turquesas en días claros donde darse un baño (la “Costa Esmeralda”), una larguísima y verde línea acantilada y la atracción melancólica de la historia.
El Faro del Caballo se construyó en 1863. El acceso, los escalones escarpados, los colocaron los presos del Cuartel del Presidio de Santoña, abierto entre 1824 y 1924.
En 2013 otros reclusos, del Centro Penitenciario El Dueso, desmadejaron el entorno y acondicionaron los escalones. Formaban parte del proyecto Nácar (Naturaleza y Cárcel).
La ruta hasta el Faro del Caballo comienza en el paseo marítimo de Santoña. Desde allí hay unos 5 km (10 km ida y vuelta). Aunque la ruta está señalizada desde el final del paseo marítimo, conviene recordar los edificios de El Fuerte de San Martín, cruce de Cuatro Caminos y Casa de la Leña como referencias.
Precauciones: durante el recorrido, aunque corto, se bordea el acantilado y se atraviesan bosques de laureles y espinos (pantalón largo). Los escalones son irregulares, cuidado, y empinados. Durante el descenso y ascenso podéis utilizar el cable lateral para aseguraros un buen chapuzón.