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martes, 15 de mayo de 2018

EL CASTILLO DE LOS MONSTRUOS..( recordando el relato/enseñanza de mis abuelos gallegos)

Hace muchos años, mis abuelos maternos (Gallegos)  me contaron la historia de un castillo y sus monstruos y lo que pretendo aquí, es que no quede en el olvido la enseñanza que me han querido transmitir y que lograron exitosamente. 

(los personajes de esta historia son productos de mi  imagínación febril y, de existir alguna similitud con alguien o algo, es mera casualidad,  aunque el suceso en sí, según mis abuelos, fue real)
 
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Lo que quedaba del castillo,  se erguía sobre una pequeña colina rodeada por un lago poco profundo
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La leyenda de la comarca era tenebrosa

Según los viejos vecinos, recordaban que a lo largo de los años, cinco personas habían muerto por intentar pasar la noche allí. Lo hacían por apuestas de dinero.


¿De qué murieron? -“un paro cardíaco”- habían dicho los médicos. Pero lo que era realmente terrible, es que todos los muertos, tenían, sin excepción,  una expresión de terror en sus rostros ya sin vida.

Entonces, la leyenda comenzó en la comarca: “El castillo de los monstruos” lo llamaron y así lo siguieron llamando año tras año,  ya que solamente un monstruo (o varios)  podía haber hecho aterrorizar a los que murieron y dejarles con esa expresión de horror para entrar en la eternidad.
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Esteban era un muchacho sencillo, de familia humilde pero muy devota. De buen corazón; su sola familia era su abuela paterna que lo había criado, ya que la madre, después de la muerte de su esposo, había abandonado la casa y la comarca.

Esteban era de mediana estatura, delgado pero atlético, con ojos verdosos, soñadores y rostro interesante.

Tenía un mirar burlón y desconfiado y su boca, casi siempre en una semi sonrisa, era, con sus ojos, el atractivo principal de este joven.

Sus manos eran grandes e importantes; la característica principal de este tipo de manos, es el sentido práctico que tiene el que las posee y lo mucho que se fija en la figura, la estética y la armonía de lo que lo rodea. 


"Él salió torcido”, decía su abuela, ya que Esteban no creía en devociones ni dioses, solo en la capacidad del ser humano.

 -“Irás al infierno”-  le decía constantemente.


Esteban creció, sano, fuerte y con sus convicciones siempre firmes, pero era extremadamente tímido, por lo que algunos lo tildaban de cobarde.

Era un buen muchacho, puro y sin dobleces, tierno, romántico y con un buen sentido del humor,  aunque eso no lo veía su abuela, no le importaba la bondad de Esteban, solo le importaba y tomaba en cuenta, que él no creía en ningún dios y que no iba a misa los domingos… (El  absurdo pensar de muchos creyentes, que contradice al sentido común que todo ser humano debería poseer)

Esteban siempre soportaba insultos y atropellos en la escuela, y él mismo decía que no podía enfrentarse a nadie y así,  se auto proclamaba "débil". Él se sabía débil y se lo decía a sí mismo. Y cuanto más se lo decía, más se lo creía. (era un círculo vicioso) 


Tenía algunos amigos, no muchos, ya que era tirando a solitario.

Le gustaba caminar por el campo, observar los animales en su hábitat, sentir la sensación única de la Naturaleza rodeándolo y sintiéndola solo para él…Como si le perteneciera.


 Sentía que era lo único que realmente le pertenecía, sin tener que pedirle nada, porque ella le ofrecía abiertamente todo, como una mujer enamorada, que no hace preguntas y solo quiere ser amada.

Esteban estaba profunda y secretamente enamorado de Sofía, una hermosa muchacha perteneciente a la clase alta de esa comarca, y que vivía en una mansión, la única del lugar.

Sofía era alta, esbelta, con largos cabellos oscuros y sus ojos tenían el azul del mar en calma.

Su grácil cuerpo de piernas largas, sus manos pequeñas, siempre en movimiento, eran dos aves a punto de desplegar sus alas. 
Sus pequeñas manos demostraban una capacidad innata para enfrentar situaciones adversas. Ella tenía, ante todo, una personalidad impulsiva así como intuitiva, sin dejar su inmensa dulzura apartada. 

Cada vez que Esteban la veía pasar - siempre acompañada de su padre, un cancerbero implacable "vigilando la entrada del Erebo" ...- sentía que sus piernas temblaban de emoción: porque él y Sofía se miraban de una manera muy especial.

El padre era un hombre severo, celoso y posesivo, casi lo definía en su mente, como "primario" o  "primitivo" 


Esteban sabía, muy en su interior, que ella también gustaba de él, porque sus ojos se lo decían y también su semi sonrisa escondida tras una mano oportuna que la resguardaba de la mirada de su padre,  pero no de la de él.

Un día, caminando por la plaza del pueblo, la vio arrodillada junto a un pequeño perrito blanco con manchas marrones, que al parecer, estaba herido.

Sofía ya lo iba a recoger para llevarlo a algún sitio a que lo curaran,cuando apareció su padre, que remedando a Quevedo: "Érase una cara a una barba pegada", el cual gritándole le ordenó:

-“deja a ese animal, que te ensuciarás el vestido”-

Ella levantó la vista y con mucho dolor, le dijo:

 -“es que lo quiero llevar a casa para curarlo”- a lo que el padre respondió, gritándole:


-"¡eso nunca!”-

A continuación se acercó a Sofía y tomándola por un brazo, la apartó del animalito y la llevó casi a rastras hasta su gran coche estacionado muy cerca de allí.

Esteban sin perder un segundo, corrió hasta donde el pobre chucho estaba tirado y asustado... y lo levantó en brazos.

En ese mismo momento, Sofía, asomando su hermoso rostro por la ventanilla abierta del lujoso coche, le sonrió tristemente,  como agradeciéndole que se ocupara del perrito.

Esteban lo llevó inmediatamente a su casa, humilde por demás, y le pidió a la abuela que lo curara

La mujer, que en el fondo era una buena persona, lo hizo inmediatamente y luego de un tiempo, bastante largo, Lolo, estaba vendado, entablillado y con las heridas curadas.


Se quedó dormido… y por la mañana, Lolo,  despertó en su nueva casa, con su recién estrenado nombre y con su nueva familia.

Y así se convirtió en el mejor amigo de Esteban. Eran inseparables.


La sonrisa que le regaló Sofía desde su coche, Esteban no la olvidaría jamás.

En ese momento supo, que no solamente le gustaba esa muchacha,  sino que la amaba apasionadamente.


Cada vez que pensaba en ella, veía su rostro armónico. “su rostro es armónico” decía en voz alta y Lolo lo miraba como comprendiendo lo que Esteban decía.

Con su colita a los vientos,  le contestaba y le sonreía y a veces, hasta le ladraba, como asintiendo.

Esteban vivió por primera vez ese sentimiento que arrasa con todo lo convencional, que deshace códigos, que inventa  otros, que ahoga al solo pronunciar el nombre de la persona amada o recordar su rostro,  que se sueña dormido y despierto, que quita el hambre y el sueño y solo se desea estar cerca de ella, de cualquier manera.

Aun viéndola pasar en el coche de su padre… ya la sentía cerca.


Aun creyendo que oía su voz y su risa (que ninguna de las dos había oído jamás) la sentía cerca y cerrando sus ojos sentía el aroma de su cuerpo… un aroma que nunca había sentido…¡ y siempre la sentía cerca !.

¿Y qué iba a hacer con su vida? Un muchacho pobre, de pueblo, tímido o cobarde, como lo llamaban todos. ¿Tendría fuerza para luchar por el amor de Sofía?

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Esteban terminó el secundario y comenzó a preguntarse qué haría con su vida.

Se puso a trabajar como asistente de un comerciante, le llevaba los libros, hacía los pagos, ordenaba los insumos…en fin, todo lo que hace un ayudante.

Y así pasaron los días, los meses y dos años.

Seguía enamorado de Sofía, pero sabía que era un amor imposible.

Recordaba a su abuelita diciéndole:


-"no hay nada imposible, recuerda el poema que dice:

"todo lo podrás solemne loco, siempre que lo permita tu estatura" (1)



¿Podría enfrentar al tirano del padre y decirle, así simplemente:

-“yo amo a su hija y quiero casarme  con ella”-


No tenía coraje, ni tenía dinero, ni tenía fuerzas para semejante batalla y se despreciaba a sí mismo.

 Se empezó a odiar por ser tan débil.

Pero ¿cuánto amor se necesita para ser fuerte?

¿Cuál es el gen de la fortaleza humana? ¿dónde se aloja?


 ¿De dónde sale la fortaleza?

¿Surge siempre del dinero o hay algo muy adentro de cada uno que ya lo tiene impreso por herencia congénita?

Eran preguntas sin respuestas y eso lo desesperaba.

Pues AMOR hacia ella, le sobraba…  y también pensaba que ella, de alguna manera, también sentía algo por él (¿o serían puras conjeturas de su mente enajenada?)

 Pero las fuerzas… ¿de dónde las sacaría? Si él era débil y en el fondo se sentía un cobarde

Además, ¿qué futuro le podría ofrecer a Sofía?


Había, también,  otra realidad irrefutable: le temía al padre de Sofía.


 Era un hombre corpulento, con barba negra y espesa, ojos negros y duros, cejas enormes y frondosas. 

Grandes surcos en su rostro hablaban de duras historias pasadas,  pero ninguno de esos surcos hablaba de sentimientos


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El tiempo siguió transcurriendo y Esteban comenzó a estudiar fotografía, en un curso nocturno; carrera que siempre le había apasionado.

Se inscribió en una escuela de fotografía que estaba en el centro del pueblo, y así poder obtener el título de fotógrafo profesional,  para luego dedicarse a la fotografía publicitaria, que sabía que daba buenos ingresos.

La carrera de fotógrafo profesional duraba dos años y se dedicó de lleno a ella, estudiando fervorosamente.

Lolo seguía siendo su amigo fiel, lo acompañaba por las mañanas a su trabajo habitual de ayudante del comerciante, donde lo habían empleado ya hacía unos años atrás.

Entonces, Lolo volvía a la casa, después de dejar a su dueño en el trabajo y luego por la tarde, lo iba a esperar cuando Esteban terminaba su turno.

Desde allí, ya de noche, lo acompañaba a la escuela de fotografía y se quedaba esprando sentadito bajo un arbusto de la calle, hasta Esteban salía y juntos volvían a la casa, donde la abuela ya muy anciana, lo esperaba con la cena servida.

Su vida era monótona pero seguía firme con su meta de recibirse de fotógrafo profesional.

Sofía seguía siendo su amor imposible… pero era un amor real, su sueño, su amada Dulcinea, aunque él no se sentía “el caballero de la larga figura” (aunque a veces sí, por lo ridículo) 

Veía a su Sofía muy a menudo por la ciudad y si estaba con su padre, ella evitaba mirarlo; pero si el padre estaba distraído, le hacía un breve gesto a Esteban con la cabeza y le regalaba una sonrisa que a él le iluminaba el día entero.

Se había convertido en una muchacha hermosa, dulce como siempre y con su rostro lleno de bondad.

Sofía era luz.


Ella era una flecha clavada en su corazón y no le interesaba ninguna otra muchacha, solamente tenía ojos y sentimientos para Sofía.

Pero el esquivo destino los quería separados.

Pasaron los años, y obtuvo su título de “fotógrafo profesional”.

Comenzó a sacar fotos en los cumpleaños, en las bodas, en celebraciones deportivas y así, pudo dar un adelanto para una pequeña pero bonita casa en el centro del pueblo.

Su abuela estaba feliz y Lolo, ya más viejito, echaba de menos el prado que rodeaba la antigua casa, donde correteaba a sus anchas persiguiendo todo lo que se movía.

Sofía no se había casado aun, aunque decían que estaba noviando con un médico de la zona.

Esteban tenía,  de vez en cuando, y por necesidad biológica,  aventuras de una noche, sin siquiera registrar los nombres de las muchachas, ni recordar sus rostros. Eso lo hacía sentir vacío y despreciable.

Una tarde entró al Pub en donde a veces solía tomar una cerveza o dos, antes de marchar a su casa, cuando escuchó una conversación que mantenían unos parroquianos.

-“que nadie se animará a hacerlo” gritaba uno de ellos.

-“yo te apuesto que alguien lo hará” decía otro

-“que ya se ha llevado a varios del pueblo y eso no se olvida”
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Esteban se acercó y preguntó, un poco tímidamente:

-“Quién se ha llevado a quienes del pueblo?”

Las cabezas giraron y al unísono  preguntaron:

-“¿Es que no lo sabes, viviendo aquí?”

-“¡De qué hablan!” preguntó Esteban, impacientemente.

-“Del castillo de los monstruos…” repitió el coro de "ángeles".

Agregando algunos:

-“Hay una apuesta sustanciosa para el que pase toda la noche allí la próxima noche de luna llena,  totalmente solo, a oscuras y sin armas de ninguna clase. Gana la apuesta si al despuntar el alba, sale vivo”

“-La luna llena será en un par de días” dijo Esteban.

“- Así es! Y … ¿te animas o tendrías que ir con tu abuelita?” le dijo uno y los demás se rieron.

“Se ríen de mí” pensó Esteban,” por mi fama de débil o cobarde o como quieran etiquetarla”

Se dio media vuelta y comenzó a encaminarse para la puerta de salida del Pub, cuando Lolo, lo interceptó y comenzó a ladrarle.

- “¿Qué te pasa Lolo?”

Y Lolo, mirándolo fijamente, no lo dejaba avanzar.

Esteban se quedó pensativo y era tanta la conexión entre estos dos amigos, que supo lo que Lolo le pedía.

- “¿Quieres que pase la noche en el Castillo de los Monstruos?”

Lolo dejó de ladrar y comenzó a mover la colita.

-“ ¡Ahhh, muchas gracias, creí que éramos amigos”-

Y Lolo le comenzó a ladrar nuevamente.

Esteban se sentó en un banco de la terraza del Pub, puso su cabeza entre las manos y después de un rato se levantó y entró al Pub con paso decidido, con Lolo detrás suyo  y, dirigiéndose al grupo que seguía hablando del castillo, les dijo:

-“Bueno aquí estoy y me ofrezco a quedarme allí, cuando salga la luna y hasta el amanecer”

No lo podían creer. Algunos se echaron a reír, pero al ver a Esteban tan serio, comenzaron a cambiar las risas por la sorpresa.

- “A ver, señores” dijo Esteban “de cuanto es la apuesta”.

Se lo dijeron, Esteban lo hizo escribir y todos lo firmaron.
La hoja firmada, con todo detallado y fechada,  fue a las manos del dueño del Pub que también actuaba como Juez de Paz de la comarca.

Cuando Esteban llegó a su casa, le preguntó a su abuela:

-“¿Cómo se hace para no temer a los monstruos?”

-“¿Cuales monstruos?” le preguntó la anciana.

-“Todos, abuela… todos los que se encuentran en el camino”
-
-“Tienes que creer en Dios y rezarle para que te ayude”

-“Sabes que no soy creyente, por favor abuela, dime algo sensatamente válido para un ateo”

La viejecita lo miró fijamente, y después de un rato le dijo:

-“¿Vas a ir al castillo, verdad?”

Esteban asintió con la cabeza.

-”Pues… en ese caso, ya que no crees en nada, mi consejo es que apenas entres en el castillo, seas tú el que comience a buscar a los monstruos,   gritándoles:  “no se escondan, que igual los encontraré” , y abre todas las puertas, baja a  todos los sótanos. Sube a todos los altillos, busca paneles secretos, golpea las paredes.

Pero lo principal, hijo, es que tú realmente te sientas que eres el monstruo del castillo. Si no lo sientes realmente en tu cerebro y en tu corazón, fracasarás”

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Y la luna llena llena llegó y se asentó en el firmamento, como una gran espectadora.




Esteban se encaminó hacia el castillo con Lolo a su lado.

Ya se veían algunas antorchas y linternas de la gente del pueblo, esperando el acontecimiento.

El castillo estaba rodeado por agua y por la gente de la comarca.

Cuando llegó a la orilla del lago, le dijo a Lolo:

- “Tú no vienes conmigo. Espérame aquí”

Y Lolo se sentó sobre la hierba húmeda y perfumada, sin dejar de mirar a su amigo.

La luna era enorme e iluminaba el castillo con un juego de luces irreales.

Esteban se subió a una pequeña y vieja barcaza que estaba amarrada a la orilla y comenzó a remar en dirección al Castillo de los Monstruos.

Cuando alcanzó la otra orilla, saltó a tierra firme y amarró la pequeña embarcación a un poste carcomido por el tiempo.

Se dio vuelta y notó que más gente estaba llegando.

También vio a Lolo echado sobre la hierba y a su abuela que se acercaba lentamente para estar acompañándolo desde la distancia.

Ella había sido la madre que no tuvo, ya que su verdadera madre, al morir su padre, lo abandonó cuando era muy pequeño,  sin importarle lo que le pasaría al pobre niño.

No le guardaba rencor pero tampoco guardaba sentimientos hacia la mujer que le había dado la vida.

Tal vez su debilidad había comenzado por el abandono y el rechazo de su madre. Tal vez fue tanta la tristeza de sentirse rechazado que se sintió que nadie lo quería y eso lo hizo débil. Tal vez...

Caminando lentamente, llegó a la puerta del castillo, la abrió y se adentró en la oscuridad.

Lo único que alumbraba algunas áreas, era la luna que se colaba por los techos semi derrumbados, por las ventanas rotas, por las paredes destrozadas.


Pero, de todas maneras, la oscuridad de algunas zonas, podía más que la luz de la luna…. estaba todo oscuro.

Y comenzó a buscar monstruos, gritando:

"¡YO SOY EL MONSTRUO Y VENGO A BUSCARLOS!"

Lo repitió tantas veces que se lo creyó.

 Abría puertas, entraba en cuartos extraños con pesados cortinados carcomidos por la humedad y toda clase de bichos que anidaban en ellos.

Bajó a sótanos con escaleras interminables y con escalones desaparecidos.
Subió a los altillos más insólitos,  siempre gritando.

“-¡Dónde están cobardes! No podrán escapar de mí… Yo soy el monstruo y vengo a devorarlos”…

Y cuanto más pasaba el tiempo, más fuerte se sentía…

Ya no tenía miedo a nada.

Ya era fuerte.

Se sintió más alto, más fuerte, más importante…

Y por primera vez, se sintió un hombre de verdad.

De repente escuchó un leve ruido cerca de él y algo le rozó la pierna.


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Llegó el amanecer. 

Los curiosos no habían dormido esperando, con el lógico 
morbo de los lugareños, un desenlace terrible.

Ya hacía mucho que había aclarado y Esteban no aparecía.

Algunos ya decían de llamar a las autoridades para que fueran a ver qué le había pasado.

Y Esteban no aparecía…

La abuela comenzó a llorar, lo mismo que muchas mujeres del pueblo.

Sofía apareció de repente, con su padre detrás de ella y se puso al lado de la viejecita, tomándole una mano.

De repente, se abrió la puerta del castillo y apareció Esteban con algo en los brazos.

La gente empezó a gritar emocionada y algunas mujeres lloraban de alegría.

¿Pero, qué llevaba en sus brazos?

Lo vieron que desamarraba la embarcación, mientras colocaba muy gentilmente dentro de ella lo que tenía entre sus brazos
.
Y llegó a la orilla, donde los vecinos lo empezaron a victorear.

-“¡¡ Viva Esteban!!”

-“¡¡Eres un valiente!!

Se escuchaba gritos y aplausos por doquier.




Salió de la barca y se quedó de pie mirando todo a su alrededor.

Entonces la embarcación comenzó a moverse y ..¿qué salió de ella?
Pues... nada más ni nada menos que Lolo y de un salto estuvo en tierra firme, junto a Esteban.

Sin que nadie lo viera, por la noche,  había nadado hasta la otra orilla para estar con su amigo, al que dejó tieso, cuando dentro del castillo, le rozó la pierna.

Pero aun así, Esteban no se había asustado. Se dio vuelta despacio, miró hacia abajo y lo vió: su amigo, su gran amigo, moviendo su colita y saludándolo.


El padre de Sofía, se acercó, con una gran sonrisa,  a saludarlo y lo felicitó:

-“Eres un hombre íntegro“ - le dijo- “y me gusta la gente fuerte”-


(hasta le pareció a Esteban que la cara se había despegado un poco de su barba) 


Sofía, se acercó y le dio un beso en la mejilla y le murmuró muy suavemente al oído:

-“nunca te creí un débil o un cobarde,  solo pensé que no te conocías lo suficiente y, de haberlo sido, igual te hubiera amado y, de pedírmelo, te habría seguido hasta el fin del mundo"

Su abuelita lloraba de felicidad, abrazándolo fuertemente.

Y Lolo se revolcaba satisfecho por la hierba fresca de esa mañana esplendorosa, ladrando sin parar, creyéndose el héroe de la historia.

Esteban también sintió que hubiera querido revolcarse en el suelo con su amigo Lolo, como cuando estaban solos en la pradera y nadie los veía.

Miró a Sofía y supo que todo estaba bien y que la amaba intensamente.

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"Y, entonces, ¿ qué pasó con los que habían muerto de susto?" Les pregunté yo a mis abuelos cuando me contaron la historia, y ellos, muy sabiamente me lo hicieron ver:


" Seguramente la mente les jugó una mala pasada. Ellos ya fueron al castillo, mentalizados a encontrarse con los monstruos, cuando los monstruos estaban dentro de ellos mismos.
Un ruido, el roce de algún animal pasando a su lado, el chistido de una lechuza, un cortinado que se movió por algún animal escondido tras él... fueron los monstruos que seguramente los mataron de un susto"

Y no olvidé nunca la enseñanza:


"LOS MONSTRUOS VIVEN DENTRO NUESTRO Y SE ALIMENTAN DE NOSOTROS MISMOS".


 ® Mabel Granata
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SI QUIERES VER MONSTRUOS....LOS VERÁS PORQUE VIVEN DENTRO TUYO


“El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor.Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, a la bondad, a todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre  la humanidad misma"  Aldous Huxley




1) Poesía de Almafuerte (Pedro B. Palacios) Argentino.Palacios 1854-1917)


VERA VIOLETA

En pos de su nivel se lanza el río
por el gran desnivel de los breñales;
el aire es vendaval, y hay vendavales
por la ley del no fin, del no vacío;
la más hermosa espiga del estío
ni sueña con el pan en los trigales;
el más dulce panal de los panales
no declaró jamás: yo no soy mío;
y el sol, el padre sol, es raudo foco
que fomenta la vida en la Natura,
por calentar los polos no se apura,
ni se desvía un ápice tampoco:
Todo lo alcanzarás, solemne loco…
siempre que lo permita tu estatura !


                 FIN DE LA HISTORIA